Crónica San Isidro R.C. – C.R. Tres Cantos

Este sábado 18 de noviembre nos enfrentamos a San Isidro en el campo de Orcasitas. El partido comenzaba a las 14:15 y desde el principio las cosas no salieron bien. El tanteo final fue de 50 a 19.

La primera parte el cuerpo nos pide que digamos que fue para olvidar pero es precisamente lo que en ese tiempo ocurrió lo que no debemos olvidar. Todo empezó por la parte de delante, ellos nos pasaron por encima desde el primer momento; falta de concentración con toda seguridad, que eran grandes también, pero esa situación repercutió detrás. Los balones los ganaban, fuera por ruck fuera por melé, y abrían a sus tres cuartos. Al principio, los primeros 10 o 15 primeros minutos, a pesar de que nos apabullaban, la defensa hizo su función.

La defensa de este equipo siempre ha sido su fortaleza, hasta tal punto que son capaces de desesperar a los equipos contrarios, principalmente por el oficio y genialidad de la mayoría de ellos en la carrera, en el placaje y en el robo de balón. Muchos nos acordaremos de partidos ganados de muy poquito y metidos en nuestra 22 absolutamente todo el tiempo de juego. Siempre está alguno que cubre el fallo de placaje de otro, para eso son equipo, pero esto cuando el balón se mueve bien, al final produce cansancio y los agujeros se multiplican. Es la primera vez que a algún jugador oigo que nos pregunta que a por quién tiene que ir en la subida en defensa cuando los que le vienen son dos o tres de frente, tal era la desesperación producida por la desorganización.

No se ganó más que una melé en todo el partido. Bien es cierto que cuando empezamos a potenciar esa fase del juego los chicos, casi más por amor propio que por entenderlo, lo fueron cogiendo y al final vimos una melé que la hicimos recular aunque el balón lo perdiéramos. En esta tesitura no tuvimos el balón nunca, no hubo una sola jugada en la que el ovalado llegase al ala, ni siquiera al segundo centro; Nacho, nuestro zaguero, se dedicó a tapar los huecos, pero no olió un solo balón, tal era la desorganización.

Ellos, con la pelota ganada por la delantera, abrieron a sus tres cuartos quienes jugando por velocidad nos hacían huecos por doquier. Tan bien se lo pasaron los de San Isidro que efectuaron jugadas ensayadas, saliéndoles bien, si no era así por las alas nos hacían estragos, siempre desbordándonos y siempre dándonos un sprint para coger al ala que se escapaba.

Hasta tal punto era así que el único objetivo pasó a ser que se podía reorganizar para paliar la situación, y quieras que no parece que algo mejoró. Dani Vila paso a tercera centro (8) para estar atento en la defensa por su fuerza y rapidez, ya que en un lateral como flanker se limitaban sus posibilidades; Ander de medio de melé pasó a centro porque ya que se estaba dando un festín de placaje, que lo hiciera desde una posición más segura para el equipo. Hossam pasó a ser medio de melé; los delanteros entendieron que cuando tienes gente grande en frente el agarre, la unión, la fuerza y la iniciativa es indispensable.

Y así fue como, dentro de la misma desorganización, se empezó a jugar con más ganas. Los rucks ya se ganaban y por lo menos contábamos con alguna oportunidad de ataque. Ejemplo de ello es que en la primera parte nos metieron todos los puntos excepto un ensayo que fue en la segunda parte y nosotros anotamos un ensayo en la primera parte y dos en la segunda, lo que dado el tanteo final, el dato, o mejor dicho el parcial de anotación, da mucho que pensar. Añadir a ello que parece que se llegó a una situación de impass en la que genialidades de Enrique, Rubén, Dani Vila y Hossam, dieron la ventaja en ese segundo tiempo.

Dicen los que están versados en el deporte de élite: “No sabían que era imposible y por eso lo hicieron”. El deporte es siempre superación, sea al nivel que sea, y el componente que te hace superar tus logros está exclusivamente en la cabeza del deportista. El derrotismo en el deporte, o caer en él, es el peor entrenamiento. Hemos dicho muchas veces y en muchas crónicas de partidos que nuestros aldeanos habían aprendido una enseñanza que les marcaría para el futuro. Somos capaces de afirmar que si estos chicos entienden lo que en el campo les pasó no habrá existido mejor escuela.

Esto es rugby.

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